28 de abril de 2024

Regulaciones en el atletismo femenil: ¿ventaja genética o discriminación sexual?

Regulaciones en el atletismo femenil: ¿ventaja genética o discriminación sexual?

29 de noviembre de 2018, 12:59 Hrs.
Autor: - Diego Ramírez Martín del Campo  
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Una mañana de 1985 María José Martínez Patiño, una joven promesa del atletismo español se preparaba para las competencias de los Juegos Universitarios de Kobe, Japón.

En una carta escrita para The Lancet,María explicó que entre prácticas y descansos recibió una llamada del médico del equipo para informarle que su Certificado de Feminidad había sido declinado. Ella tendría que abandonar sus entrenamientos en lo que se realizaban nuevas pruebas de corroboración, por lo que, durante ese tiempo, fingir una lesión sería lo más adecuado y así no levantar sospechas al no presentarse a las competencias.
Para una joven de 24 años era muy difícil comprender lo que pasaba. Su identidad se ponía en duda como si algo la hubiera alterado. Se preguntaba si se debía a alguna enfermedad, ¿por qué se le trataba como si tuviera una? “Me senté en las bancas aquel día observando a mis compañeras, preguntándome cómo mi cuerpo difería del de ellas. Pasé el resto de la semana en mi cuarto, sintiendo una tristeza que no podía compartir. Mi mente giraba. ¿Tenía SIDA? o ¿leucemia, la enfermedad que mató a mi hermano?”, cita un extracto de la carta.

Primera carta de feminidad de María José Martínez Patiño de 1983, la cual resultó aprobatoria, debido seguramente a errores del equipo médico. En ésta se menciona que la atleta pasó exitosamente las pruebas médicas que confirmaban su identidad sexual.

María no sufría de ningún tipo de enfermedad letal, ella padecía una condición médica conocida como Trastorno de Diferenciación Sexual (T.D.S.). Las personas como ella tienen un desarrollo sexual ambiguo, es decir, ni completamente el de un hombre, ni el de una mujer. Pueden presentar órganos sexuales tanto masculinos como femeninos, pero con un mayor desarrollo de uno que de otro. En ciertos casos, un sistema reproductivo de un sexo pero con una tendencia hacia el sistema reproductivo del otro sexo, encontrándose en una especie de ambigüedad entre ambos. Y en otros casos, los genes característicos de un sexo, pero un desarrollo del otro.

Según un artículo elaborado por el grupo de trabajo sobre anomalías de la diferenciación sexual de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica, este trastorno puede ser causado por más de 30 condiciones diferentes, y ocurre debido a anormalidades que se presentan en las interacciones entre los cromosomas, genes y hormonas (bases fundamentales de la genética del desarrollo).

Los genes contienen la información específica que moldea y determina las características de los seres vivos. Como palabras en una oración, los genes se ordenan y agrupan en conjuntos compactos llamados cromosomas. El ser humano típicamente cuenta con 23 pares de cromosomas, es decir 46 en total. 44 de los cuales determinarán cada una de las características físicas que dan forma a un individuo, mientras que los dos restantes (conocido como par sexual) se encargarán de la determinación del sexo. El par de cromosomas XY es el característico de un desarrollo masculino, y el XX del femenino. Para lograr su desarrollo correspondiente, cada par de cromosomas utiliza hormonas específicas que terminarán moldeando los caracteres sexuales de cada individuo. Las hormonas que dan una apariencia femenina reciben el nombre de estrógenos, como la estrona y el estradiol, y las que dan una apariencia masculina reciben el nombre de andrógenos, como la testosterona y la androsterona.

Imagen bajo microscopio de barrido de cromosoma Y y cromosoma X, respectivamente.

Esto quiere decir que existen más de 30 maneras en las que (por diversas relaciones entre los genes y el organismo) se puede manifestar un mismo padecimiento: un desarrollo sexual ambiguo.

Por ejemplo, una de estas condiciones se debe a la deficiencia de una enzima llamada 5-alfa reductasa que se encarga de activar hormonas propias del sexo masculino. Al faltar, se desarrollarán características del sexo femenino, pese a tener cromosomas XY (hombre).

Otra condición se manifiesta en un desarrollo masculino, pero con cromosomas XX (mujer), debido a la presencia de un gen llamado SRY. Este gen se encuentra siempre en el cromosoma Y, y se encarga de producir hormonas masculinas, pero por problemas de la herencia paterna este gen logra infiltrarse en el cromosoma sexual X.
También ocurren casos con individuos con cromosomas XY (hombre), pero con un desarrollo de sexo femenino, pues el cuerpo de esta persona es insensible a las hormonas andrógenas que se encargan de darle una apariencia masculina. Esto ocurre por la deficiencia de un gen llamado AR que se encarga de producir proteínas llamadas “receptores de andrógenos”. Al no estar presentes, o encontrarse en menor cantidad, el cuerpo ignora el mensaje de estas hormonas masculinas.

Este último es el caso de María José Martínez Patiño, cuyo cariotipo (conjunto cromosómico) era el típico de un hombre, pero su cuerpo, incapaz de entender lo que las hormonas del cromosoma Y le decían, se terminó desarrollando de la misma forma que cualquier otra mujer.

Su carta de feminidad fue rechazada por esas mismas razones pues, aunque su cuerpo se definió como el de una mujer típica, sus cromosomas no correspondían con los de una.

En 1986, un año después de que su carta fuera rechazada, inconforme con lo ocurrido, María decidió volver a competir. Ella cuenta en su testimonio para The Lancetque al cruzar la línea de meta en primer lugar, su historia fue filtrada a la prensa. Y agregó: “Fui expulsada de las residencias de los atletas, mi beca escolar fue revocada, y mis tiempos [de las competencias] fueron borrados de los archivos de atletismo de mi país”.

María José Martínez Patiño compitiendo una última vez en 1986
"Crédito: El País"

En 1988, con los estudios médicos adecuados y una difusión apropiada de la prensa, se le devolvió la licencia para participar en competencias de atletismo, aunque tal vez demasiado tarde. “Luché contra mi descalificación… [Pero] tras 3 años lejos del deporte, mi momentum se había perdido.” María no logró calificar para las olimpiadas de Barcelona 1992 por 10 centésimas de segundo.

Desde entonces, María se ha dedicado a impulsar a personas con condiciones similares para seguir compitiendo. Lo ha hecho a través de escritos y como profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte en la Universidad de Vigo, en España.

Disparo de salida: inicia un debate

Han pasado 33 años desde la descalificación de María José, y las normas que no le permitieron participar no han desaparecido, e inclusive se mantienen en constante actualización.

Hace algunos meses (26 de abril), una nueva serie de reglas fue publicada con el objetivo de regular la participación de atletas femeninas que presenten niveles elevados (producidos naturalmente) de la hormona testosterona en sangre, bajo el argumento de que el exceso de este andrógeno resulte en una ventaja injusta por sus características virilizantes, como una musculatura similar a la de un hombre, lo cual puede resultar en mejores tiempos en las competencias. Estas regulaciones tendrán una repercusión directa en las atletas con algún tipo de T.D.S. debido a la alta producción de dicha hormona.

El reglamento entraría en rigor el 1 de noviembre, pero debido a un caso de apelación presentado en el Tribunal de Arbitraje Deportivo por la medallista olímpica Caster Semenya, tendrá una demora de 5 meses.

La atleta sudafricana, Caster Semenya, cuenta con una larga historia de oposición y apelaciones en contra de las prácticas de verificación sexual de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (máximo organismo de gobierno de este deporte) y particularmente de lo que este nuevo reglamento demanda, como prohibir la participación de toda aquella atleta cuyos niveles de testosterona superen los 5 nanomoles por litro de sangre (tan poco como la milmillonésima parte de un gramo disuelta en un litro de sangre), y que busque competir en disciplinas cuyas distancias vayan desde los 400m planos hasta la carrera de la milla y demás eventos combinados que abarquen estas mismas distancias, distancias que según se indica en el reglamento, un exceso de testosterona sí resulta en una mejora en el desempeño. Estos recibirán el nombre de “eventos restringidos”.

Las regulaciones también establecen que toda aquella mujer con algún tipo de T.D.S. que desee volver a ser elegible para participar en estos “eventos restringidos” internacionalmente, deberá ser reconocida bajo la ley como mujer o intersexo, y tendrá que reducir y mantener sus niveles de testosterona por debajo del rango permitido (0.12 a 5 nmol de testosterona por litro de sangre), ya sea por medio de terapias hormonales o por alguna intervención quirúrgica.

Para toda aquella que no desee hacerlo, aún podrá ser elegible para participar en la clasificación femenina aunque únicamente en eventos locales, o en la clasificación masculina, incluyendo los “eventos restringidos”. Además, se plantea la posibilidad de desarrollar una tercera categoría para atletas intersexuales para los eventos u ocasiones que el comité ofrezca.

La prórroga fue aprovechada por el Comité de Salud y Ciencia de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (I.A.A.F. por sus siglas en inglés) para extender la invitación a aquellas atletas con T.D.S. que hayan decidido someterse a terapia hormonal y que deseen comenzar el periodo de seis meses que deben cumplir con niveles de testosterona reducidos para así poder participar en las competencias a partir de marzo del 2019.

En el comunicado de la I.A.A.F. sobre esta prórroga, mencionaron que estarán listos para recibir sus resultados biológicos a partir del día en que se realizó la publicación de la prórroga.

Al respecto, Sebastian Coe, líder de la I.A.A.F., declaró: “(...) tenemos la responsabilidad de garantizar la igualdad de condiciones para los atletas (...) Las reglas revisadas tratan de nivelar el campo de juego para garantizar una competencia justa en el deporte del atletismo, donde el éxito está determinado por el talento, la dedicación y el trabajo duro, en lugar de otros factores contribuyentes”.

Foto finish: revelando el papel de la testosterona

Entre los andrógenos, la testosterona es la hormona más y mejor estudiada por ser la responsable de la producción de tejidos sexuales como los testículos y la próstata, además de ser una de las principales encargadas del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, es decir, la apariencia típica masculina que se da durante la pubertad. Estos rasgos ocurren debido a la producción de masa ósea y muscular.

Aunque la testosterona se asocia generalmente con el desarrollo masculino, esta hormona se encuentra de igual forma presente en mujeres, pero en menores cantidades y con funciones similares como el desarrollo de caracteres secundarios durante la pubertad (funciones musculoesqueléticas), salud cardiovascular y la actividad sexual.

En la literatura académica, los niveles típicos de testosterona en sangre en mujeres varían enormemente de autor a autor. Esto puede deberse a dos razones: la primera es que la concentración de esta hormona se ve afectada por diversas razones. Según una revisión de IntraMed, los niveles de esta hormona varían enormemente de acuerdo a la edad, aumentando su producción entre los 6 y 8 años de edad, y alcanzando un pico en la tercera y cuarta década de vida. También pueden ser alterados por el ciclo menstrual e incluso por variaciones diurnas, por razones que aún son desconocidas.

La segunda es que no existen métodos estándares universalmente aceptados para realizar mediciones de testosterona, según argumentan Michael Bostwick y Michael Joyner, investigadores en medicina de la Mayo Clinic, en su artículo Los límites de la variación biológica aceptable en atletas de élite: ¿debería la ambigüedad sexual ser tratada diferente en comparación con otros rasgos ventajosos?

Niveles de testosterona en sangre en mujeres, obtenidos de un artículo de The Lancet titulado “Testosterona en mujeres- el significado clínico”. Cada una de la líneas inferiores representan 20 años. El eje Y muestra niveles de testosterona en sangre (pmol/L), y el eje X muestra la edad, donde cada línea representa 20 años. “Crédito: Davis R. S., y Wahlin-Jacobsen S., (2015), Testosterone in women- the clinical significance, The Lancet, 3(12), 980-992”

Los niveles de testosterona que la I.A.A.F.considera típicos en mujeres van desde los 0.12 hasta 1.79 nanomoles por litro de sangre (nmol/L), aunque el rango que marcan como límite es de 5 nmol/L. En cuanto a los hombres, marcan que su rango normal va de 7.7 nmol/L a 29.4 nmol/L, mientras que otros estudios marcan un rango que va desde los 10.41 nmol/L hasta los 41.64 nmol/L.

Debido al desarrollo sexual ambiguo de las mujeres T.D.S., sus niveles de testosterona tienden a ser más elevados que los de una mujer promedio, superando la marca de 5 nmol/L que decretó la I.A.A.F. Este hiperandrogenismo (exceso de andrógenos) será penalizado bajo el argumento de que estos caracteres sexuales secundarios puedan resultar en una ventaja para las atletas.

Pruebas maratónicas: inicia una práctica de verificación

Tanto las pruebas de verificación hormonal como las pruebas de corroboración sexual, datan desde mucho antes de la descalificación de María José Martínez Patiño.
Myron Genel, profesor e investigador de la escuela de medicina de Yale, comenta en su artículo publicado para Medscape Women's Health que “a medida que las competencias de atletismo de mujeres se volvieron más populares y aceptadas, se dedicó cada vez más atención al concepto de “igualdad de condiciones en el campo”. En varios casos, surgieron preguntas con respecto a la “feminidad” de las competidoras altamente exitosas”.

Aquellas suposiciones ocasionaron que, durante la época de la Guerra Fría, se implementaran pruebas de corroboración de sexo en mujeres bajo la sospecha de que la Federación Rusa (con el objetivo de sobresalir en el medallero por encima de los Estados Unidos) habría “filtrado” hombres en competencias para mujeres. La verificación consistía en una “pasarela al desnudo”, en la que las atletas se presentaban sin ropa frente a un panel de médicos mujeres que las juzgaba. Jamás se encontró algún impostor.
Para las Olimpiadas de México en 1968, nuevas estrategias menos invasivas fueron implementadas. Una corroboración sexual mediante chequeo de cromosomas fue el nuevo método a seguir. Las atletas debían presentar una combinación cromosómica XX que corroboraría su identidad sexual de mujer, y si el resultado era XY, habían encontrado a su impostor.

En entrevista con Ana Barahona, profesora e investigadora de Estudios Filosóficos y Sociales de la Ciencia de la UNAM, explicó que durante estas olimpiadas no hubo ninguna repercusión en contra de las mujeres con algún T.D.S., en parte porque el Comité no estaba preparado para lidiar con ellas, y también porque las pruebas se hicieron por parte de un proyecto de estudios sobre genética y antropología humana con enfoque en atletas, cuya aplicación para el comité olímpico se encontraba en fase de prueba. El objetivo de estas investigaciones era poner en práctica los avances científicos que se estaban desarrollando, no sancionar atletas. “Solo se dijo que los estudios debían continuar, que  tenían que estar seguros de que las mujeres fueran mujeres”, agregó.

 

Carta de feminidad de Verónica Brenner, esquiadora canadiense para las olimpiadas de invierno de 1998 “Crédito: The New York Times”p>

Años después, debido a quejas de las atletas por la incomodidad de estas pruebas, sumado a la falta de validez de esta técnica en casos como el de Patiño, y a que nuevamente, ningún impostor fue encontrado, este tipo de estudios tuvieron que abandonarse, pues únicamente daban con mujeres con cromosomas masculinos, que en la mayoría de los casos eran completa o parcialmente insensibles a andrógenos, siendo resistentes a las cualidades promotoras de fuerza de la testosterona.

Para las Olimpiadas de Sidney 2000, las pruebas de verificación sexual fueron abandonadas.  Myron Genel, de la Universidad de Yale, menciona que la gran mayoría de asociaciones y centros de investigación estadounidenses como la Asociación Médica Americana, el Colegio Americano de Médicos, la Sociedad de Endocrinología, la Sociedad Americana de Genética Humana, entre otras, exigían que se suspendieran este tipo de prácticas, pues la indumentaria utilizada por los atletas, y las pruebas de orina supervisadas para control de dopaje hacían virtualmente imposible que algún hombre se pudiera hacer pasar por mujer, por lo que estos estudios de comprobación de sexo resultaban innecesarios, dando un fin, aunque únicamente de manera temporal a este tipo de pruebas.

En 2011, con el caso de la atleta sudafricana Caster Semenya, se reanudarían las pruebas de verificación sexual, aunque esta vez, por niveles de testosterona (anteriormente habían sido por verificación de hormonas).Caster es una atleta que de manera muy rápida logró llamar la atención, en parte por sus marcas tan veloces, y también gracias a su apariencia tan musculosa y embarnecida, que una vez más levantaron sospechas sobre la feminidad de las atletas.

Caster Semenya en las olimpiadas de Londres 2012 “Crédito: El Espectador”

Caster ha sido una de las principales detractoras de los intentos de descalificación de atletas con exceso de testosterona de parte de la I.A.A.F., que desde su primera medalla de oro en el Campeonato Africano de Atletismo Juvenil en 2009 la ha mantenido en la mira. La relación entre la atleta sudafricana y la I.A.A.F. se ha mantenido con asperezas constantemente, obligando a Semenya incluso a tomar acciones legales contra la Federación de Atletismo tras haberla sometido a pruebas de verificación de sexo, razón por la que fueron posteriormente penalizados al estar éstas prohibidas.

De entrar en vigor las nuevas regulaciones, la carrera como atleta de Semenya terminaría por completo, pues precisamente las 4 disciplinas del atletismo que ella practica coinciden con los cuatro eventos restringidos decretados por la I.A.A.F.

Debido a la defensa legal de Caster Semenya y Dutee Chand (una corredora india con un caso similar), se suspendieron todo tipo de pruebas de verificación hormonal en el 2015 por parte del Tribunal de Arbitraje Deportivo (T.A.D.). La corte declaró que “Dicha discriminación es, hasta no ser justificada, contraria a la Carta Olímpica, la Constitución de la I.A.A.F. y las leyes de Mónaco... Si las regulaciones no pueden ser justificadas, específicamente como una respuesta necesaria y razonable, entonces serán declaradas inválidas”.

Carrera de relevos

A mediados del año pasado, Stéphane Bermon y Pierre-Yves Garnier, miembros del departamento médico y de ciencia de la I.A.A.F. publicaron un artículo científico que buscaba probar de una vez por todas que el exceso de testosterona en mujeres estaba ligado a rasgos ventajosos, y que este debate podría ser abordado desde la ciencia, para así poder reanudar las pruebas de verificación hormonal que fueron prohibidas en 2015 dada la falta de pruebas científicas que validaran la pertinencia de esta medida.

El estudio se tituló Niveles de andrógenos en suero y su relación con el desempeño en el atletismo: resultados de espectrometría de masa de 2127 observaciones en atletas de élite masculinos y femeninos. La I.A.A.F. buscaba demostrar que los niveles elevados de testosterona en mujeres pueden resultar en algún beneficio en su desempeño.

Se recolectaron datos de 2 mil 127 atletas que participaron en los Campeonatos Mundiales de la I.A.A.F. en Corea 2011 y en Rusia 2013. El estudio concluyó que encontraron ventajas significativas de las atletas con niveles elevados de testosterona por sobre las que no, encontrando una relación entre mejores tiempos y una mayor cantidad de testosterona en sangre. Según informaron en el artículo, esta ventaja se manifestó en una mejoría de 2.73% en los tiempos finales en las pruebas de 400m, de 2.78% en las de 400m con obstáculos, y de 1.78% en 800 m. Como resultado, toda competencia que implicara correr distancias de 400m y 800m, más las competencias de 1500m y la carrera de milla, fueron restringidas en las nuevas regulaciones de la I.A.A.F.

Para el Tribunal de Arbitraje Deportivo (T.A.D.) esta información fue suficiente para darle luz verde a la publicación del nuevo reglamento y a la reincorporación de pruebas de verificación hormonal.

Este artículo representa todo el respaldo de la I.A.A.F. a sus pruebas de verificación por hormonas al ser la única investigación científica que han publicado tras sus casi diez años de chequeo de testosterona, aunque ellos afirman que detrás de esta se encuentran más de 15 años de información y estudios que pueden fortalecer sus normas.
Sin embargo, tras sólo unas pocas semanas de haber sido publicado, el artículo del Dr. Bermon y el Dr. Garnier fue duramente criticado.

Ataques llegaron de parte del Dr. Roger Pielke Jr., director del Centro de Gobierno Deportivo en Colorado, y su equipo, argumentando que muy pocos de los datos utilizados y recolectados para los análisis estadísticos fueron compartidos en el artículo, haciendo muy complicado entender de dónde y cómo obtuvieron varios de los resultados.

Al solicitar dicha información (exceptuando datos personales de los atletas) al Dr. Bermon, quien accedió a compartir una porción de esta, el equipo del Dr. Pielke Jr. encontró 3 tipos de errores en los datos. El primero estuvo relacioando con datos de atletas duplicados, cuya información aparecía tanto en las competencias de Corea 2011 como de Rusia 2013. Otro se refirió a los tiempos duplicados que aparecían repetidos una o más veces para el mismo atleta y el último Identificó “tiempos fantasmas” que no pertenecían a ningún atleta. Además, encontraron datos de atletas rusos que habían sido descalificados por dopaje.

Otras críticas se enfocaron en los análisis estadísticos del artículo y la manera en la que los emplearon. El artículo Qué nos pueden decir los datos estadísticos sobre desempeño observacional y qué no: el caso de Dutee Chand v. AFI & IAAFpublicado en el British Journal of Sports Medicine  y elaborado por Simon Franklin, Doctor en economía y experto en estadística,  con la colaboración de Jonathan Ospina y Silvia Camporesi, expertos en bioética y ciencias del deporte, afirma que los errores más graves del estudio vienen de interpretaciones erróneas de las técnicas estadísticas utilizadas. El método estadístico aplicado fue uno de varias hipótesis, el cual es capaz de agregar una gran cantidad de resultados variables, que si no son interpretados y tratados con cuidado pueden arrojar resultados equivocados. Estos pueden y deben ser mitigados con las pruebas de correcciones correspondientes, que ayudan a reducir la variabilidad en los resultados, para tener información confiable y estable. Tales pruebas, según el equipo del British Journal of Sports Medicine, no fueron aplicadas, por lo que agregaron: “En términos más simples: es posible que las correlaciones presentadas en el artículo científico (incluso las mayores) hayan ocurrido por mero azar”. Y descalificaron “Contrario a lo que la I.A.A.F. afirma, la ciencia no es su fuerte”.

Carreras de obstáculos

Pero también existen otras variables a considerar que impactan en el desempeño de los atletas. Además de las críticas al artículo del Dr. Bermon y el Dr. Garnier, la comunidad científica y deportiva se presenta con nuevos obstáculos que la I.A.A.F. deberá evadir si desea poder publicar exitósamente sus nuevas regulaciones.
Para Panagiotis Georgiadis y su equipo de BMC Genomics, la predisposición genética se impone por encima de cualquier tipo de entrenamiento o desarrollo individual en la formación de atletas de élite, y según explican en su artículo Por qué la naturaleza prevalece sobre la crianza en la creación de un atleta de élite,esta varianza genética es mucho más amplia que solo un exceso o reducción de los niveles de testosterona en sangre.

Estas variables genéticas se expresan como aquellas diferencias que hacen a nuestros cuerpos diferentes el uno del otro, y en el mundo del deporte, pueden traducirse como diferentes características que pueden resultar ventajosas, como extremidades más largas, con más alcance o mayor potencia, u otras no visibles como una mayor capacidad pulmonar, o un mayor transporte de oxígeno en la sangre.

“Los verdaderos atletas de nivel de élite son creados, pero solo a partir de aquellos que nacen con habilidad innata.”, explica Georgiadis. Es decir, que los deportistas de élite son poseedores de diferencias genéticas, que solo tras pulir con intenso entrenamiento pueden llevarlos a competir en los más altos niveles del deporte.

En complemento, Bostwick J. y Joyner M., investigadores de Mayo Clinic Proceedins, argumentan queexisten otros atributos físicos, desde algunos visibles a simple vista como una gran altura o grandes extremidades, hasta otros no disponibles a la vista, como producción de ciertas hormonas o metabolismos mucho más veloces.

En su artículo Los límites de la variación biológica aceptable en atletas de élite: ¿debería la ambigüedad sexual ser tratada diferente a otros rasgos ventajosos?enlistan algunos casos famosos en los que ciertos atributos físicos resultan ventajosos, indicando como estos pueden ser más comunes de lo que se llega a pensar, y levantan la pregunta de si estas variaciones ventajosas son toleradas y celebradas, ¿no debería entonces el exceso de testosterona ser tratado de igual forma?

Mencionan casos como el de Michael Phelps y su enorme envergadura y articulaciones excesivamente flexibles, o de Flo Hyman, volibolista de élite que padecía Síndrome de Marphan, trastorno hereditario que resulta en una gran estatura y extremidades muy alargadas, características muy ventajosas en su deporte. También se menciona a los maratonistas etíopes y kenianos, quienes para el 2011 eran poseedores de los récords de 41 de los 50 maratones más rápidos de la historia por su velocidad y resistencia. “¿Deberían ellos ser expulsados por poseer ventajas distintivas?” agregaron.

En entrevista con Juan Ángel Hernández Escobedo, médico y especialista en medicina de la actividad física y deportiva de la Dirección de Medicina del Deporte de la UNAM opinó que la pregunta planteada por Bostwick J. y Joyner M. se puede responder con un sencillo “no”. Para él ningún atleta con alguna condición innata que vaya fuera de lo ordinario debería ser excluido del deporte, pues argumenta que estas son cualidades naturales y deben ser tratadas como tales, no como injusticias o casos equivalentes a un dopaje.  “Cuando tú utilizas medicamentos exógenos [como andrógenos] estás haciendo trampa, si vienen de ti, no. Es una carga genética, un capricho de la naturaleza”, explicó.

El especialista argumenta que la respuesta no debería encontrarse en limitar las variabilidades biológicas de ciertos competidores para el beneficio del resto. “La I.A.A.F. busca darles terapia hormonal para tenerlas en igualdad de condiciones que el resto de las competidoras… [pero] en mi opinión, no deberían tratarlas así, si naces así, aprovéchalo.” Y añade que la testosterona debe tratarse con la misma naturalidad con la que se tratan las cualidades genéticas ventajosas como las que se mencionan en el artículo de Bostwick J. y Joyner M.Por ejemplo, si en México apareciera una generación de 17 basquetbolistas de 3 metros nadie se opondría a que estos participaran por ser un caso injusto para el resto del mundo.

Los casos de articulaciones dobles, grandes extremidades, la resistencia y velocidad de los maratonistas o excesiva estatura como la de los hipotéticos basquetbolistas de 3 metros  responden a una misma ocurrencia: variabilidad genética. Éstas como otras diferentes maneras en las que se pueden expresar los genes fueron estudiadas por el doctor Nir Eynon, investigador en genética y biología molecular de la Victoria University de Australia, y su equipo.

El artículo menciona que se han identificado más de 200 variaciones genéticas que se pueden asociar con caracteres físicos que influyen en el desempeño. De esos 200, es bastante común encontrar 23 de esos genes en atletas de élite. Estas modificaciones genéticas pueden resultar en características como mayor capacidad muscular, mayor transporte de oxígeno en sangre, mayor cantidad de fibras de acción muscular rápida, entre otros elementos que pueden dar una ventaja en el deporte.

“Los mismos atletas olímpicosbromean con que todos ellos son fenómenos de la naturaleza, con una u otra anormalidad genética que los vuelve grandes en lo que hacen.” Mencionó Bruce Kidd, ex corredor olímpico de carreras de larga distancia para una entrevista del New York Times, y agregó que “Si los oficiales deportivosrealmente quisieran abordar los factores importantes con efecto en ventajas, deberían exigir que todos los atletas vivieran en el mismo lugar, con el mismo nivel de riqueza, con acceso a los mismos recursos”.

Estos elementos externos a los que Kidd se refiere, como la alimentación, lugar de nacimiento o características del medio ambiente pueden tener un impacto en el individuo incluso a nivel genético. A estos factores se les conoce como epigenética. Etimológicamente, epiviene de una raíz griega que significa sobre, por lo que los factores epigenéticos son todos aquellos que actúan por encima de los genes, es decir, por presiones o motivos ajenos a la información del propio código genético. Para Nir Eynon y su equipo, el 34% del estatus de los atletas se puede atribuir a estas características epigenéticas, mientras que el 66% restante es explicado por los genes de cada individuo.
El argumento de Eynon se ve reforzado por el estudio de Healy y colegas, en el que analizan la influencia de diferentes hormonas en atletas de élite, cómo su presencia está altamente relacionada con el deporte que practican y su edad, y sobre el comportamiento hormonal atípico de los atletas de élite. En el estudio encontraron que los niveles hormonales de estos atletas difieren enormemente de los de la población promedio. En los competidores existe una enorme variabilidad hormonal según la edad y el deporte practicado, y esta tendencia aparece de igual manera tanto en hombres como en mujeres. De igual forma, la clásica diferencia de la composición física, tanto entre deportes como entre sexos, presentaba fuertes relaciones con otros factores, como algunas hormonas como el cortisol, hormona del crecimiento, hormona folículo estimulante, y proteínas como la globulina, y que esto no dependía únicamente de los niveles de testosterona.

El equipo de M. L. Healy también reportó que el comportamiento, específicamente de la testosterona en los atletas no era como el de un individuo promedio. En la población normal encontramos (utilizando los rangos de la I.A.A.F.) que los niveles de testosterona en mujeres van de 0.12 a 1.79 nmol/L, y los de hombre de 7.7 a 29.4 nmol/L. Este rango se comporta como dos bloques: el de mujeres, luego un segmento que no le pertenece a nadie, y después el de hombres. Sin embargo, en este estudio encontraron que la testosterona en los atletas se comportaba como un continuo de un sexo a otro, como un traslape entre ambas partes. Usando los rangos de la I.A.A.F., mencionan que encontraron un 13.7% de mujeres por encima del rango de testosterona establecido, pero también encontraron un 16.5% de hombres por debajo de su respectivo rango.

Niveles de testosterona en sangre en atletas tomados del artículo Perfiles endócrinos en 693 atletas de élite posteriormente a la competencia. La primera gráfica pertenece a atletas hombres y la segunda a mujeres. Cada uno de los puntos representa hasta a 3 individuos. Los espacios abarcados por los rectángulos representan los niveles que la I.A.A.F. considera normales. “Crédito: Healy M. L., Gibnet J., PentecostC., y Wheeler§ M. J., y Sonksen P. H., (2014), Endocrine profiles in 693 elite athletes in the postcompetition setting , Clinical Endocrinology, 81, 294-305”

También, argumentan que los niveles de testosterona en el cuerpo se pueden alterar debido a una adaptación del organismo como una respuesta generada por estrés en el sistema nervioso autónomo (el encargado de las funciones involuntarias como la digestión, respiración, glándulas, etc.) al entrenamiento crónico.

En entrevista, el médico y especialista en medicina del deporte, Juan Ángel Hernández Escobedo menciona que incluso existen entrenamientos especializados en ejercicios de alta intensidad llamados H.I.I.T. (por sus siglas en inglés) o Entrenamientos en Intervalos de Alta Intensidad. Este tipo de ejercicios se enfocan en trabajar una gran cantidad de grupos musculares, y según comenta, como resultado logran estimular la producción de hormonas andrógenas, presentando un aumento en la carga de testosterona, por lo que según la intensidad, el tipo del deporte y el mismo individuo, el propio cuerpo puede adaptar y regular la producción de ciertas hormonas.

“Hemos demostrado que no hay una separación clara en los niveles de testosterona de los atletas hombres y mujeres. Todo el tema de género en el deporte es complejo, pero excluir a atletas mujeres basándose en niveles de testosterona en suero es considerado no ético”, concluye el estudio.

El exceso de testosterona en atletas mujeres es nivelado por la I.A.A.F., pero según un grupo de expertos de los Procedimientos Especiales del Consejo de Derechos Humanos no existe información sobre un intento de regular niveles de testosterona en hombres que no se acoplen a sus estándares (7.7 a 29.4 nmol/L). Y agregaron “La persecución de un campo de juego nivelado no debería aplicar únicamente a las mujeres, pero a todos los deportistas, sin discriminación”.

Pruebas combinadas

Pero la controversia de las verificaciones hormonales no sólo ha sido debatida desde la ciencia, pues también existe un dilema ético en pugna . En principio, la justificación de la I.A.A.F. para el desarrollo de estas normas fue fomentar el “fair play” o juego limpio, y así lo expresó en un comunicado Sebastian Coe, líder de la I.A.A.F.,  en el que justifica el establecimiento de estas normas para nivelar el campo de juego, y permitir que todas las atletas compitan en igualdad de condiciones.

Sin embargo, para el Observatorio de Derechos Humanos (H.R.W. por sus siglas en inglés), estas regulaciones son discriminatorias y no logran ser justificables, pues ninguna norma debe afectarmás que “mínimamente” cualquier derecho a la libertad, y éstas, según expresaron en una carta dirigida al mismo Sebastian Coe, alientan a la violación de derechos humanos internacionalmente protegidos, que incluyen los derechos a la privacidad, salud, integridad corporal, dignidad y a la no discriminación.

El Observatorio de Derechos Humanos o H.R.W. por sus siglas en inglés, es una organización no gubernamental que, según explican ellos mismos en su carta a Coe, monitorean abusos a los derechos humanos en más de 90 países alrededor del mundo, y aclaran que esta no es su primera aproximación con regulaciones deportivas, pues han trabajado de manera directa con otros organismos como la FIFA y el Comité Olímpico Internacional.

La carta de esta organización busca señalar las faltas y violaciones a los derechos humanos que fueron desarrolladas como reglas promotoras de un juego justo, pero que en el proceso acabaron dañando a las competidoras de una manera no ética, según argumentan.

En el escrito se hace un particular hincapié en la condición de elegibilidad que propone la I.A.A.F. en su nuevo reglamento para las competidoras con algún tipo T.D.S., y de manera más específica en la invitación a las atletas a someterse a terapias hormonales o incluso a intervención quirúrgica para ser candidatas a participar como una mujer cualquiera.

Si bien las regulaciones no obligan de manera directa a las atletas a someterse a estos procedimientos, se plantea como la única vía para poder participar una vez más como mujeres.  El Observatorio argumenta que los tratamientos médicos en personas con T.D.S. son generalmente motivados por prejuicios y son presentados como ciencia, por lo que califican a este tipo de prácticas como no científicas, poco éticas y una violación a la ley fundamental de derechos humanos internacionales.

María del Pilar Hernández, profesora e investigadora en derecho de la UNAM comentó en entrevista que, si no son tratadas con cautela, estas normas y la sugerencia de una intervención quirúrgica para poder participar en las competencias representaría una agresión a derechos de la intimidad, el libre desarrollo de la personalidad, con la igualdad, la no discriminación y la salud. Y agregó: “la reasignación [del sexo legal y biológico]es un camino muy tortuoso [y al forzarlo] se está atentando contra algo intangible, la dignidad”.

La investigadora explica que el planteamiento de una serie de intervenciones médicas, ya sea de manera quirúrgica o con tratamientos hormonales, como única opción para volver a ser considerada una mujer y competir como tal, es una forma de estigmatizar y consecuentemente de discriminar.  Si se ha descartado la ingesta externa de algún andrógeno, y auténticamente se trata de una condición de nacimiento, el cuestionar la condición hormonal o sexual de una atleta se convierte en un serio prejuicio, argumenta.
Incluso dentro de la misma I.A.A.F. la publicación de las nuevas regulaciones no estuvo exenta de ser recibida con algo de polémica. Steve Cornelius, ahora ex-miembro del comité disciplinario de la I.A.A.F. renunció a su puesto tras la publicación de las mismas, y expresó en su carta de renuncia, dirigida a Sebastian Coe que “[Estas reglas] se basan en el mismo tipo de ideología que ha provocado algunas de las peores injusticias y atrocidades en la historia del planeta”.  Y argumentó que en pleno siglo XXI debería apelarse a la tolerancia con respeto a los derechos humanos fundamentales, los cuales podrían verse vulnerados con la implementación de este tipo de regulaciones objetables.

Ojos en la meta

“Si la ciencia está mal, las reglas están mal” se leía en el encabezado de un artículo de The Guardian refiriéndose al caso de la I.A.A.F. y sus pruebas científicas. Además de la ciencia, las cualidades éticas de las mismas reglas tampoco parecen satisfacer las mínimas exigencias de organismos que se encargan de supervisar el respeto a los derechos humanos, no logrando probar así su validez, ni necesidad para poder nivelar el campo de juego en el atletismo, de acuerdo con los estándares del Observatorio de Derechos Humanos.

Para el Dr. Bermon las críticas a sus estudios “no tienen un impacto significativo en los resultados finales ni en las conclusiones de nuestro estudio.”, pero para los organismos deportivos y de derechos humanos el impacto es mayor, pues significa que estas normas están basadas en unos primeros estudios fallidos, y para estos últimos, por esas mismas razones la existencia de estas normas no es viable.

No existe una solución sencilla cuando se trata de asuntos tan delicados como este, explica un artículo de la BBC respecto a las nuevas regulaciones, pero mientras la I.A.A.F. no tenga planes de retractar sus normas, organismos que las tachan de no científicas, no éticas y una violación de la Ley Internacional de los Derechos Humanos como el Observatorio de los Derechos Humanos continuarán siendo la  traba que detenga su publicación.

Como resultado, la petición de no permitir que las normas entren en vigor parece seguir creciendo, tanto en argumentos como en afiliados. “Ahora debes [I.A.A.F.] cambiar tus esquemas de competitividadporque de otra manera lo que estás generando es una discriminación. Todos son deportistas de alto rendimiento”, remarcó María del Pilar Hernández.

De la misma forma que los organismos deportivos exigen que se respeten sus reglas, los deportistas apelan contra ellas cuando estas no parecen respetarlos de vuelta. La H.R.W. demanda congruencia entre lo que piden las normas y lo que éstas limitan. Esto es posible según Bostwick y su equipo si se entiende al atleta como la suma biológica de dedicación y condiciones innatas, y según la H.R.W. si se toma en cuenta el respeto a los derechos humanos de las competidores. Pero tal vez la pieza fundamental radique en intentar dirigir las miradas a las exigencias de respeto y comprensión de estas atletas, para así entender lo que sería “correr en sus zapatos”.

La forma en la que naciste es la forma en la que naciste. Nada puede cambiarlo. Tengo una voz grave. Lo sé. Y tengo una apariencia vigorosa, pero ¿qué vas a hacer al respecto? ¿Crees que puedes cambiarlo?
No.
Caster Semenya